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Óleo sobre madera. |
Había elegido el camino de las artes plásticas y siempre me costó mucho avanzar. Había un punto en el que me quedaba en blanco, en el que no sabía cómo moverme o avanzar, o cómo completar la idea. En algún punto me di cuenta que no me gustaba lo que hacía, o lo que estaba creando, le encontraba mil detalles desagradables y molestosos. Me puse huevito de obsidiana, a osiris -según el sistema de ana silvia serrano-, tomé flores de bach, hice tratamiento psicológico, me obligué a crear, me puse kambó y hasta tomé ayahuasca y aguacoya, y nada. Nada de nada. Lo que más puedo rescatar de todo lo que probé fue el ser una buscadora, que, de alguna manera me llevó a convertirme en
la que encuentra, o a la que encontraron. Un día Jc (lo vamos a pronunciar como yeisí) me encontró, y me habló de la anomalía del sistema, de la memoria genética (tú eres 1, tus abuelos son 2, tus bisabuelos 4, tus tatarabuelos son 8, luego 16, luego 32, luego 64, y así... dónde más has visto estos números? = es la cantidad de bits memoriales de almacenaje informático); me habló de los archivos genéticos reactivos ante toda experiencia que este sistema -sistema que llamaremos "matriz"-, y de los cuales somos esclavos. Entonces, un día le dije, "Jc, sabes que me siento horrible cuando creo, cuando hago arte" y él me ayudó a mirar lo que había dentro de mi. Me ayudó a ver que en el momento en el que yo iba a concebir la vida a través de mis manos, era mi abuela la que operaba, y mi abuelo pisoteando la creatividad de mi abuela. No, ellos no fueron culpables de nada, ni mi abuela ni mi abuelo fueron víctimas ni victimarios de la información almacenada en la genética, ellos sólo fueron personajes tomados por el gen, y hoy, cuando estoy ante el banquito de orfebrería, o ante el lienzo en blanco, ellos son los que quieren tomar las herramientas y el pincel,pero son ellos porque es la programación que nos hicieron, sin embargo, ante la voluntad absoluta, sólo yo al ser consciente de ese juego genético, podía poner fin. Dije salgan de aquí, los entiendo, entiendo lo que han vivido, lo que han pasado, más, esta no soy yo, estos son ustedes y al gen lo que es del gen. Entonces, le hice espacio a lo real.
Luego, al mismo gen le dije, ¿quién es el que dice lo que es bonito o lo que es feo? Nos enseñaron a polarizar porque es la manera en la que la anomalía pudo vivir. Noche-día, blanco-negro, arriba-abajo, adentro-afuera. No, no hay polaridad, o si, si la hay, sin embargo es una ilusión con la que nos encadenaron a esta gran mentira. Si encuentro algo bello o algo feo es un archivo el que está reaccionado, un personaje el que está procesando la información, y la genética reaccionando ante un estimulo para generar una respuesta que le de vida a la eterna muerte del gen. Por eso, me dije, no reacciones. ¿Lo encuentras feo y lo quieres deshacer? pues no, continua. ¿Lo quieres hacer por dinero? no, no lo hagas por dinero, si lo haces por dinero no lo hagas entonces, ¿por qué lo quieres hacer por dinero? ¿para complacer a mamá y a papá? Pues no.
Esto no se trata de hacer lo opuesto, esto se trata de interceptar la respuesta compulsiva y establecer un camino neuronal sin carga informática. Por eso se habla de lanzarse al vacío. Entonces, antes eran mis abuelas y mis abuelos los que vivían mi vida, los que hacían talleres, los que pintaban cuadros y daban vida a joyas, pero a esas personas que vivían en mi, les di muerte, me di la muerte y eso me dio la vida, a mi, a la real que hoy tipea estas letras, que hoy pinta este cuadro, que hoy forja esta joya.
Me lancé al vacío. Yo y todos quienes caminamos esta senda
de lo real, nos lanzamos al vacío, y nos dio miedo, y pensamos que estaba mal, sin embargo la que sintió y pensó fue la mente, la muerte, y hoy nos abrimos paso a través de lo que no vemos, y no sentimos, porque esto que vivimos, no estaba escrito, pues lo escribe el eterno presente, en la libertad del yugo del que padecieron nuestros ancestros.
Y así, aplicamos esto día a día, vida a vida. muerte a muerte, vida a vida.